Sal
DATOS Y CIFRAS
El elevado consumo de sodio (>2 gramos/día, equivalente a 5 gramos de sal por día) y la absorción insuficiente de potasio (menos de 3,5 gramos por día) contribuyen a la hipertensión arterial y aumentan el riesgo de cardiopatía y accidente cerebrovascular.
La sal es la principal fuente de sodio en nuestra alimentación, aunque también puede aportarlo el glutamato de sodio, un condimento utilizado en muchas partes del mundo.
La mayoría de las personas consumen demasiada sal, de 9 a 12 gramos por día en promedio, es decir, dos veces la ingesta máxima recomendada.
Un consumo de sal inferior a 5 gramos diarios en el adulto contribuye a disminuir la tensión arterial y el riesgo de enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular e infarto de miocardio. El principal beneficio de reducir la ingesta de sal es la correspondiente disminución de la hipertensión arterial.
Los Estados Miembros de la OMS han acordado reducir en un 30% el consumo de sal de la población mundial de aquí a 2025.
La reducción de la ingesta de sal se considera una de las medidas más costoeficaces que los países pueden tomar para mejorar la situación sanitaria de la población. Las medidas principales de reducción generarán un año más de vida sana a un costo inferior anual medio o al producto interno bruto por persona.
Se estima que cada año se podrá evitar 2,5 millones de defunciones si el consumo de sal a nivel mundial se redujera al nivel recomendado.
La producción creciente de alimentos elaborados cada vez más numerosos, la rápida urbanización y la evolución de los modos de vida están modificando los hábitos alimentarios. Los alimentos muy elaborados son cada vez más corrientes y asequibles. Las poblaciones del mundo entero consumen alimentos más ricos en energía que contienen muchas grasas saturadas, ácidos grasos trans, azúcar y sal. Esta última es la fuente principal de sodio, cuyo crecido consumo se asocia a la hipertensión y a un mayor riesgo de cardiopatías y accidentes cardiovasculares.
Al mismo tiempo, al modificar sus hábitos alimentarios, las personas consumen menos frutas, verduras y fibras (presentes en los cereales integrales), que son los elementos clave de una alimentación sana. Las frutas y verduras contienen potasio, que contribuye a hacer bajar la tensión arterial.
En la alimentación, la sal puede provenir de alimentos elaborados, ya sea porque son particularmente ricos en sal (como platos preparados, carnes procesadas como el tocino, el jamón y el salamí, quesos, tentempiés salados, fideos instantáneos, etc.), ya porque suelen consumirse en grandes cantidades (como el pan y los productos de cereales elaborados). También se añade sal a los alimentos durante la cocción (en forma de caldo o cubitos de caldo) o bien en la mesa (salsa de soja, salsa de pescado, sal de mesa).
Ahora bien, algunos fabricantes reformulan sus recetas a fin de reducir el contenido de sal de sus productos, y los consumidores deberían leer las etiquetas para elegir los productos de bajo contenido en sodio.
RECOMENDACIONES PARA REDUCIR EL CONSUMO DE SAL
Para los adultos: la OMS recomienda consumir de 5 gramos (un poco menos que una cuchara de té) de sal por día.
Para los niños: la OMS recomienda ajustar a la baja, para los niños de 2 a 15 años, la ingesta máxima recomendada para los adultos en función de las necesidades energéticas en relación con las de los adultos. Esta recomendación no comprende el periodo de lactancia natural exclusiva (de 0 a 6 meses), ni el de alimentación complementariade la lactancia natural (de 6 a 24 meses).
Toda la sal que se consume debe ser yodada, es decir “enriquecida” con yodo, lo cual es esencial para un desarrollo sano del cerebro del feto y del niño pequeño así como optimizar las funciones mentales en general.
ALGUNAS NOCIONES SOBRE LA SAL, EL SODIO Y EL POTASIO
El sodio es un nutriente esencial necesario para mantener el volumen plasmático, el equilibrio acidobásico, la transmisión de los impulsos nerviosos y el funcionamiento normal de las células.
El exceso de sodio tiene consecuencias nefastas para la salud, en particular la hipertensión arterial.
Los principales factores que contribuyen al consumo de sal en la alimentación dependen del marco cultural y de los hábitos alimentarios de una población.
El sodio se encuentra en estado natural en diversos alimentos, como la leche, la carne y los crustáceos. Suele estar presente en grandes cantidades en los alimentos elaborados, como el pan, los productos cárnicos elaborados y los tentempiés, así como en ciertos condimentos (salsa de soja o de pescado, por ejemplo).
También contiene sodio el glutamato de sodio, un aditivo alimentario utilizado en muchas partes del mundo.
El potasio ens un nutriente esencial para el mantenimiento del volumen total de líquido en el organismo, el equilibrio acidobásico y electrolítico, así como el funcionamiento normal de las células.
Se encuentra habitualmente en diversos alimentos no elaborados, especialmente frutas y verduras.
El aumento de la ingesta de potasio hace disminuir la tensión arterial sistólica y diastólica en los adultos.
CÓMO REDUCIR LA SAL EN LA ALIMENTACIÓN
Las políticas y estrategias públicas deben crear entornos que permitan a las poblaciones consumir cantidades suficientes de aliemtos salubres y nutritivos que constituyan una dieta sana, pobre en sal. El mejoramiento de los hábitos alimentarios es una responsabilidad que incumbe tanto a la sociedad como al individuo. Exige un enfoque que abarque a toda la población, multisectorial y culturalmente pertinente.
Las estrategias principales para la reducción de la sal comprenden lo siguiente:
las políticas públicas, incluidas las políticas fiscales y reglamentaciones que garanticen la producción por los fabricantes y los minoristas de alimentos más sanos, o que faciliten la accesibilidad económica y la disponibilidad de productos sanos;
la colaboración con el sector privado para mejorar la accesibilidad y disponibilidad de productos hiposódicos.
La sensibilización de los consumidores y la capacidad de acción y decisión de las poblaciones gracias al marketing social y a la movilización para hacer conocer la necesidad de reducir el consumo de sal,
la creación de un entorno propio para la reducción de la sal por medio de intervenciones en el plano de la política local y la promoción de ámbitos favorecedores de “una alimentación sana”, como las escuelas, los lugares de trabajo, las comunidades o las ciudades.
La vigilancia del consumo de sal de la población, de las fuentes de sal en la alimentación, y de los conocimientos, las actitudes y los comportamientos de los consumidores, respecto de la sal a fin de orientar las decisiones políticas.
Los programas de reducción de la sal y los que favorecen el enriquecimiento en micronutrientes de la sal, los condimentos o los aderezos ricos en sal (cubitos de caldo, salsas de soja o de pescado) pueden complementarse mutuamente.
En el hogar, se puede reducir el consumo de sal.
No agregando sal durante la preparación de los alimentos;
no poniendo saleros en la mesa;
limitando el consumo de tentempiés salados;
escogiendo productos hiposódicos.
Otra medida práctica a nivel local para reducir el consumo de sal:
integrar la reducción de la sal en los programas de formación de los manipuladores de alimentos.
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